viernes, 27 de diciembre de 2013

La carencia del hombre sabio

Donde otros lloraron tú sólo llevaste tu risa
y resucitó el arte de vivir sin miedo
y floreció el olvidado gusto de vivir la vida
y acaloraste las mejillas dobladas y oxidadas
y bendijiste, sin orgullo ni razón, todo este hueco del mundo.

Pobre de aquel que sin tu gracia y sin tu risa
tiene que peregrinar por los lugares a los que no hay
ni un pedazo de tu luz.
Pobre de aquel que sigue haciendo sendero
por los lugares en los que no se bebe tu nombre.

Me apiado del hambre, de la sed, de la injusticia
pues, ¿qué podrías hacer en ellos?
Yo me refiero a esos lugares donde el hombre sabio
teniéndolo todo, está vacío,
lleno de nada,
hasta conocerte a ti, alegría pura, luz ardiente,
rara avis,
promesa en la tierra.
Haces grande este pequeño espacio que con tu esperanza llenas.