domingo, 27 de mayo de 2012

Tanto que da miedo

Tanto que da miedo.
Y da vértigo asomarse a las tripas de la verdad de la intentas alejarte.
La misma verdad a la que vuelves a acercarte a veces de una forma
inercial, casi inevitable.
Quizás sea como acercarte al cadáver de un sentimiento que fue muy real.
Sabes que lo fue, lo ves en imágenes,
porque, otra cosa no, pero tu vida
sólo son fotogramas que acarician y arañan los párpados de la memoria.
Fotogramas con subtítulos, porque pero tú recuerdas la voz
pero ya no sabes si era esa voz o ya la estás inventando.
Porque tampoco sabes si esas eran las caras, las miradas, las caricias
o las lágrimas, o el mar, o las rocas
contra las que hoy rompen las olas repitiendo el tiempo el calor,
ese mismo calor y esa misma humedad.
Repitiendo el paisaje el mismo color.
Repitiendo los paisajes las mismas sombras.
¿A qué venía todo esto? Desde que he abierto este documento lo he olvidado.
Quería decir quizás que no hay lugar en el que haya estado que pueda abandonar.
Ni hay lugar en el que habiendo sido feliz trate de volver.
Porque soy débil. Porque cuando se ha amado no se deja de amar.
Es otra cosa la que ocurre.
¿Sois capaces de escribir eso? Yo no.
He matado a hierro muchas veces.
Pero a hierro sólo se muere una vez.
Acabo de recordar por qué he entrado a escribir esto.
Porque por primera vez tengo miedo,
por primera vez me siento tan débil,
porque he dejado que se me rompa la armadura
y hay alguien que puede hacerme sentir el dolor
que yo he infringido en mi vida.
Porque ahora quiero tanto,
tanto que da miedo.